Y volvemos para embelesarnos en movimientos que aún no se suceden o que simplemente ya pasaron, descartando con ello lo que ocurre en el inmediato instante en el que estamos respirando.
Sabemos bien que al contener el aliento se detiene nuestra realidad interna, y que al respirar más rápido hacemos que todo gire a otras velocidades.
La cuestión es ¿por qué será que nos da tanto miedo solamente respirar?, hacerlo de manera casi imperceptible sin pensar en ello, dejándonos existir y estar para ser, siendo una elocuente pero inocente exhalación de una realidad contemplativa.
Pensamos, sentimos, degustamos, pero siempre sea cual sea nuestras acciones estamos en un estado añorativo cómplice, de una existencia que siempre esperara algo diferente, porque somos inconformes de nosotros mismos y cuando nos conformamos nos sentimos estancados.
Pero estar estancado no debería ser algo malo, es un estado en donde sabes que algo mejor vendrá, que viviste anteriormente muchas cosas emocionantes y descabelladas, pero aun así no tienes afán por el futuro porque a su debido tiempo llegara, ni ganas de devolverte al pasado por que este ya ocurrió y te enseño todo aquello que necesitabas saber.
Las pausas vitales como a bien se me ha dado por llamarles, son esos momentos donde todo aquello que se tiene se saborea, dejando que el tiempo pase como se le de la gana, algunas veces lo hace pronto, otras lento , como si cada segundo fuera una eternidad contenida, desesperando a la razón, pero complaciendo al sentimiento.
Dicen que deberíamos vivir cada día como si fuera el ultimo, por eso hay quienes saltan al vacío sin siquiera querer enterarse que hay debajo, particularmente soy partidaria de ello, es la vida que tenemos, aquella que llevamos, ¿si no hacemos locuras en esta, entonces en cual la haremos?
Pero tal vez he llegado a entender que la vida no es solo un sucesión de locuras, es una acumulación de decisiones que nos van dejando satisfechos, independiente de lo bueno o lo malo, porque eso a la larga es algo demasiado subjetivo como para poder explicarlo.
Cada quien hace que su corazón lata al ritmo que mejor le parece, se distiende y atiende sus necesidades físicas, emocionales, mentales o primarias a conveniencia. Priorizamos como se nos da la gana y aunque cada persona que conocemos tenga una opinión sobre todo aquello que hacemos o dejamos de hacer, llegara el punto en que egoístamente solo nos importara la nuestra.
En realidad siempre es así, pero por ser parte de una sociedad y dárnoslas de humanos moralistas y bien portados, pensadores del bienestar ajeno y demás, nos dará por hacernos baños de pureza y en lo posible decir que todo cuanto hacemos es correcto y no tratamos de dañar a nadie.
Pero aceptémoslo cada cosa que hacemos repercute en otros querámoslo o no.
Algunas veces para evitar esto, nos encerramos, alejamos al mundo y a nosotros mismos, desconociendo así nuestra naturaleza más fuerte, remitiéndola a un oscuro y frio cuarto en lo más recóndito de nuestro ser.
¿Por qué será que aún nos reprimimos a nosotros mismos?
¿Acaso no hay suficientes restricciones en el mundo?
Yo diría tal vez que por miedo o cobardía que se yo.
Siempre buscamos el facilismo, vivir cómodamente así no estemos muy conformes pero almenos no nos genera tensiones innecesarias, pero tampoco nos proporcionan emociones reales.
Podemos parar y dedicarnos a no hacer nada y aun así estar haciendo, y hacerlo porque es lo que queremos, independientemente si la situación o las circunstancias te obligan o no a ello, porque en realidad nadie hace nada que no quiere, uno mismo es quien se ata a cosas que no desea y aunque no se crea se hace a voluntad.
La vida es un abanico de posibilidades que se abre cada día a muchos caminos diferentes y aunque no transitemos ninguno, estamos caminando, avanzamos así no seamos capaces de notarlo.
La cuestión está en llegar a entender que el no moverse es un movimiento en si mismo, por que así haya gente que diga que las cosas no vienen a ti, si lo hacen, porque todo pasa por una razón, y una razón viene por todo, se entienda o no.
La vida es vida en si misma por nosotros y para nosotros.
Se escribirá por nuestra mano, por nuestros sueños o simplemente por nuestra omisión, pero nunca dejara de correr para esperarnos, ni tampoco nos empujara para llevarnos.
El ritmo para transitar por ella, lo impone cada quien, porque a la final los pies que bailaran serán los nuestros.
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