Me senté a deshojar desilusiones,
bajo una tarde soleada de noviembre.
Son las cinco. . .
La noche no llega,
pero aun así. . .
Ya promete nostalgias.
El sol imponente se vanagloria de su inmensidad y brillo,
en un cielo tan azul como el brillo de un zafiro.
Música aleatoria de emisoras vecinas,
anunciando la época decembrina,
alegría de navidades que solo recalcan mas,
la soledad de las ausencias,
de las venas que en este instante escriben.
De tener sentido,
de ser interesante lo que escribo,
no hay dictamen mucho menos intención.
No hay poesía,
ni tampoco sentimiento,
mucho menos emoción.
Solo languidecen las palabras,
atropellándose torpes las unas a las otras,
hablando del clima y su incipiente desazón.
Es noviembre. . .
no hace frio,
ni calor,
son las cinco de la tarde en la soledad de mi habitación.
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