En este mundo cargado de prisas, donde la impaciencia agobia. Somos figuritas que se mueven febriles de un lado para otro, como si el detenerse desencadenara en desastre. No hay tiempo, ni esperas, todo debe ser automático, instantáneo.
La gente es invisible, yo. . . soy invisible. Camino, transito la ciudad, la vida, pero aun asi es tan difícil reconocer y que me reconozca alguien. Somos un mar de gente que corre. Baña todo cuanto esta a su alrededor dejando mínimas huellas, inexistentes legados o simples emociones, solo arrojamos la destrucción, los despojos y los enormes vacios que dejan las ausencias.
Nos vamos sin estar, pues no dejamos ser, huimos antes del final y del principio mismo. Medrosos solo seguimos hacia adelante, mirar atrás a veces condena, otras asusta, pero la mayoría del tiempo te hace desear frenar, sentarte allí, creer que todo tiene un poco mas de sentido. Para simplemente pensar menos, sentir mas y dejarse ir al ritmo incandescente de la inconsciencia.
La gente es invisible, yo. . . soy invisible. Camino, transito la ciudad, la vida, pero aun asi es tan difícil reconocer y que me reconozca alguien. Somos un mar de gente que corre. Baña todo cuanto esta a su alrededor dejando mínimas huellas, inexistentes legados o simples emociones, solo arrojamos la destrucción, los despojos y los enormes vacios que dejan las ausencias.
Nos vamos sin estar, pues no dejamos ser, huimos antes del final y del principio mismo. Medrosos solo seguimos hacia adelante, mirar atrás a veces condena, otras asusta, pero la mayoría del tiempo te hace desear frenar, sentarte allí, creer que todo tiene un poco mas de sentido. Para simplemente pensar menos, sentir mas y dejarse ir al ritmo incandescente de la inconsciencia.
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