No es la magia de hechiceros ni conjuros,
nada de abracadabra, que lindas tus bragas, deja verlas mejor cuando te abra de
patas, no nada de eso. Aunque bueno podría funcionar, si alguien lo pone en práctica
alguna vez y le funciona que me lo haga saber.
La magia de la que hablo hoy es de la
cotidiana, aquella que hace que un día sea algo inolvidable, puede ser una
palabra, un aroma, una sonrisa, una persona y por qué no, una canción.
Porque la música es como una poción mágica, nos
hace sentir que el mundo está a nuestro alcance, que el cielo no es el límite
porque siempre existirá algo mas allá. Nos hace imaginar, nos hace soñar. Y si,
puede que a veces alucinemos con ella, pero de eso se trata, de dejarnos llevar
y así llenarnos de sensaciones inexplicables que se desbordan por nuestros
poros, que se manifiestan en esos torpes pero fructíferos bailes que hacemos
siempre que nadie nos ve.
Es ese pequeño ritual donde llamamos a la
magia que llevamos dentro, donde nada importa, solo esa canción que nos encanta
a todo el volumen posible, que aun así pareciese no ser suficiente (nunca lo es), nos embriagamos en la letra (la
sepamos o no), nos deleitamos en la melodía, nos dejamos poseer por el ritmo.
Ahí
no se canta racionalmente, se hace de adentro, desde cada fibra, desde cada gota
de sangre. El mundo se reduce, se pierde y solo queda ese instante, esa soledad
teñida de música acompasada por la
locura de tus piernas, que se deslizan por el suelo de tu casa sin importar si
lo haces bien o mal. El ritmo invade cada rincón, se apodera de ti y te sientes
poderoso, sexy, amado, te sientes tan increíblemente bien, que todo, problemas,
estrés, angustias, dolores, absolutamente todo se desaparece, así sea por el
tiempo que dura la canción.
Algunos pensaran ahora que la música
también tiene el poder de hacernos sentir tristes, desolados, de recordarnos
tantas cosas que nos duelen. A veces es veneno y medicina, pero no por ello
deja de ser mágica. Porque aun en esos momentos oscuros, donde el alma se
encoje en cada acorde, donde cada letra parece ser escrita por tu desgracia, es
cuando recuerdas muchas veces que de verdad estas vivo. Y son en si esos
momentos malos por llamarlos de alguna manera, los que te hacen apreciar los
buenos.
Es una sensacion mágica, melancólica y dulce, que te
conmueve casi hasta las lágrimas.
Los invito a pensar en que o quienes traen
ese toque mágico a sus vidas.
La magia aunque maravillosa es algo efímera
a veces, pero quien dijo que todo debe ser eterno. Dure un minuto, una hora, un
día, un mes, un año, cuatro, veinte, no interesa. Lo relevante siempre será
saber disfrutarla, porque una vida sin ella es una vida vacía, y así la tengas si no sabes verla, te pierdes de una parte realmente asombrosa.
Deja que la magia entre en tu vida, se
aloje en ella, invítala a tomar café de vez en cuando, leele un libro, vive y
respira con ella, allí sabrás que existir es mas que tener un
propósito, una casa grande, mucho dinero, o incluso un legado que dejar.
Vivir es
disfrutar de esas pequeñas cosas que nos van llenando cada día y compartirlas
con aquellos que nos rodean, en un flujo constante de energías místicamente
unidas y sabiamente dispersadas, para que busquemos compañías, afinidades y
locuras más allá de nuestro espejo.